24/5/17

Último round

El jueves que viene es la última clase del curso y como la tradición dicta, se celebrará una pequeña merienda en el que podéis traer comida o bebida.

Para que no nos repitamos, si tenéis ya pensado lo que vais a traer, postead en los comentarios si va a ser dulce, salado o bebida.

4/5/17

Ejercicios de recontextualización e instrucciones

Os dejo el enlace de los ejercicios de recontextualización e instrucciones que corregiremos este jueves.

Ejercicios de recontextualización e instrucciones

27/4/17

                                   INSTRUCCIONES PARA LEER LA PRENSA
Resulta algo absurdo redactar estas instrucciones cuando hace años que apenas lees la prensa, y pasó el tiempo en que era uno de tus hábitos más arraigados. Pero aunque retroactivas tal vez puedan serte útiles.
La prensa de papel ha muerto. Y la apariencia de vida que mantiene la hace muy diferente de aquella prensa de calidad que conociste, ese Le Monde de los años 70, esos florecientes periódicos españoles de primeros de los 90 que comprabas a manojos. Todo aquello pasó…
Por fortuna, porque sólo tarde has comprendido que el efecto de esa prensa seria, de información apenas sesgada por la opinión, te daba la sensación de comprender e, incluso, de dominar el mundo. Nada más falaz. La minuciosa información sobre las elecciones en Finlandia, la crisis del gobierno australiano o la subida del precio del cobre en el mercado de materias primas, además de preocuparte apenas, te hacía creer que esos eran los problemas del mundo y que tu comprensión de los mismos contribuía a su solución. 
Aún queda gente, alienada como estabas tú entonces, que cree que su conciencia de los problemas actuales, tal vez más agudos y próximos a sus vidas, ayuda a resolverlos. El drama de los refugiados, por ejemplo, o la violencia de género. Pero, con tu experiencia, sospechas que la información, aunque fuera correcta, contribuye tan poco a resolver esos problemas como tus sesudas lecturas de antaño contribuían a subir (o bajar) los precios del cobre.
Por lo demás, si la prensa fuera, en el mejor de los casos, una especie de espejo stendhaliano, sería preciso leerla con alguna distancia, para que el aliento de sus prejuicios no empañara tu lectura, y la imagen que recibieras del mundo no se distorsionara aún más.
Pero no es el caso, porque, como recordarás, coincidiendo con el nuevo siglo, la deriva de la prensa hacia la propaganda, de la información a la opinión cada vez más sesgada, de la seriedad al sensacionalismo, ha privado a la prensa escrita de su interés. Es una especie de triunfo póstumo del  método burdo de Goebbels, de imponer por la repetición cualquier mentira, que se reitera ahora, quizá con algo más de sutileza.
No sé cuándo advertiste –debió ser pronto– que los periodistas siempre empiezan las cosas por los pies, que ellos llaman “titulares”. El caso típico son esas noticias que anuncian la muerte de alguien que no sabías siquiera que existía. Pero hoy los titulares son los pies y la cabeza de artículos vacíos de contenido, o cuyo contenido apenas coincide con lo enunciado en su cabecera.
Luego están los silencios clamorosos, los que dan por inexistentes asuntos embarazosos o personas odiadas. Para obviar el clamor de los silencios, la prensa más reciente multiplica los gritos, pero utiliza el método del cuco, esto es, enfoca la atención a un lugar distinto del que quiere que pase desapercibido. 
Contra el silencio nada se puede, pero aprendiste a leer entre líneas, a entresacar verdades  de comunicados y editoriales sembrados de  mentiras o falacias, a descifrar las claves de una información llena de circunloquios y eufemismos. Contra la algarabía vocinglera de la prensa escandalosa, ya lo habrás comprobado, sólo cabe dejar el periódico.
En fin, ya habrás caído en la cuenta, a estas alturas, que la prensa no pasa de ser un género de ficción, menos imaginativo que otros, más dependiente de lo que llamamos “realidad”, pero sometido también a la voluntad de sus autores, que no siempre son los que firman o redactan sus “noticias”, que omiten lo que quieren y resaltan lo que les interesa. Y que debes leerla con la misma actitud crítica con que juzgas cualquier novela.        

26/4/17


Instrucciones para quitarse un sapo de la cabeza

 

De las cosas absurdas que pueden pasarte en la vida, que te salga un sapo en la cabeza es de las peores. Hay gente a la que les sale un árbol, o una estrella. Incluso hay a quién amanece con un enano sentado en su coronilla. Pero nada como levantarse una mañana con un sapo en la cabeza. Los que nunca hayan sufrido esta situación les costará creer que pueda darse, más llegar tan siquiera a imaginar lo que supone vivir con un anfibio barrigón y viscoso en la cabeza. Oyendo noche y día su croar cavernoso. Soportando sus guantazos palmípedos cada dos por tres. A esos les diría que no sigan leyendo este breve manual de superviviencia. Pues eso es lo que este escrito es.

A los que lo sufren, porque raro es que alguien lo haya dejado de sufrir. Una vez aparece el sapo en lo alto de tu cocorota es muy difícil que se vaya. Resulta prácticamente imposible deshacerse de él. Desengáñate, ni insecticidas ni medios mecánicos sirven. Hay quién se acostumbra. Se hace a vivir con el bicho ahí arriba. A sentir la presión de su barriga que se hincha y se deshincha. Al fétido olor a ciénaga que emana de su piel membranosa. No tengo problemas con los mosquitos, ya no me molestan las moscas, dicen resignados. Pero a lo que nunca se acostumbra uno es a las miradas de asco. A los ojos furtivos que miran a lo alto de tu cabeza.

Con el tiempo se amolda uno a doblar las rodillas al atravesar las puertas. Se acomoda a conducir encorvado hacia delante. A comer vigilante para evitar que de repente una lengua viscosa aparezca de la nada y te robe la comida. Asume que si vas al teatro o al cine, tendrás que sentarte en la última fila. Ves haciéndote a la idea, tienes que convertirte en un noctámbulo. El batracio es animal de noche y no va a cambiar por mucho que se lo pidas.

Punto y aparte merece tu vida sexual. No obviaremos como se ve reducida a un onanismo rabioso y culpable. Al fin y al cabo ¿quién quiere acostarse con un tipo con un sapo en la cabeza? ¿quién quiere echar un polvo al ritmo de sus croares? ¿a quién se le puede poner tiesa observado por esos ojos saltones?

Peor aún es cuando llega el momento del apareo. Uno espera que el anfibio salga corriendo presa de sus más salvajes instintos. Pero ni por esas. Sin saber cómo ni porqué te encuentras orillado a una charca o acequia, sentado en una piedra mientras el bicho convierte tu cabeza en un lupanar.

Pues bien, todo eso tiene solución. Sí. Lo que hay que hacer es bien sencillo. Basta con situarse delante de un espejo y preguntarle al sapo ¿Qué coño hace un hombre pegado a tus pelotas?

25/4/17

INSTRUCCIONES PARA QUE NO SE TE NOTE LA PLUMA


Evita los juegos de palabras, la ambigüedad, los giros, el lenguaje poético, ese adjetivo certero, las personificaciones, la hipérbole, los eufemismos, los cultismos, las metáforas… Limítate a emplear un lenguaje objetivo, aséptico, carente de emoción, que no revele tu condición.

Tus obras de cabecera deben ser balances económicos, sentencias, tesis científicas, folletos publicitarios o prospectos médicos. Aléjate de las obras maestras de la literatura. Nada de Proust, Kafka o Valle Inclán. Despoja de tu vocabulario las frases cargadas de belleza, poesía y creatividad. Limítate a comunicar sin florituras. Aspira a la sencillez comunicativa de una señal de tráfico.

¡Ah! Es importante que trabajes tu mirada. Debes ver el mundo tal y como lo ven los demás. Si en cualquier momento vislumbras otra realidad, paladea esa visión; pero no la expreses en público. ¡Te delataría!

De vez en cuando, por higiene mental, concédete un capricho y refúgiate en la soledad de tu cuarto para convertir en letras todas esas historias que estás rumiando durante tanto tiempo. Guarda los escritos bajo llave para que nadie descubra tu debilidad. La sociedad no entiende a un loco que se aisla del mundo para escribir.

Sé que se trata de una misión difícil. Sé que fracasarás. Llegará un día en el que alguien leerá uno de tus textos más humildes – ya sea un whatsapp, un post-it, un e-mail, la lista de la compra, el curriculum, una reclamación de tráfico, la respuesta a una notificación judicial...- y te formulará la maldita pregunta: ¿Tú eres escritor? ¿no?