El jueves que viene es la última clase del curso y como la tradición dicta, se celebrará una pequeña merienda en el que podéis traer comida o bebida.
Para que no nos repitamos, si tenéis ya pensado lo que vais a traer, postead en los comentarios si va a ser dulce, salado o bebida.
El Peso de Ocho
Aula de narrativa UPV 2016-2017
24/5/17
4/5/17
Ejercicios de recontextualización e instrucciones
Os dejo el enlace de los ejercicios de recontextualización e instrucciones que corregiremos este jueves.
Ejercicios de recontextualización e instrucciones
Ejercicios de recontextualización e instrucciones
27/4/17
INSTRUCCIONES PARA LEER LA PRENSA
Resulta algo absurdo redactar estas instrucciones cuando
hace años que apenas lees la prensa, y pasó el tiempo en que era uno de tus hábitos
más arraigados. Pero aunque retroactivas tal vez puedan serte útiles.
La prensa de papel ha muerto. Y la apariencia de vida que
mantiene la hace muy diferente de aquella prensa de calidad que conociste, ese Le Monde de los años 70, esos
florecientes periódicos españoles de primeros de los 90 que comprabas a manojos.
Todo aquello pasó…
Por fortuna, porque sólo tarde has comprendido que el efecto
de esa prensa seria, de información apenas sesgada por la opinión, te daba la
sensación de comprender e, incluso, de dominar el mundo. Nada más falaz. La
minuciosa información sobre las elecciones en Finlandia, la crisis del gobierno
australiano o la subida del precio del cobre en el mercado de materias primas,
además de preocuparte apenas, te hacía creer que esos eran los problemas del
mundo y que tu comprensión de los mismos contribuía a su solución.
Aún queda gente, alienada como estabas tú entonces, que cree
que su conciencia de los problemas actuales, tal vez más agudos y próximos a
sus vidas, ayuda a resolverlos. El drama de los refugiados, por ejemplo, o la
violencia de género. Pero, con tu experiencia, sospechas que la información,
aunque fuera correcta, contribuye tan poco a resolver esos problemas como tus
sesudas lecturas de antaño contribuían a subir (o bajar) los precios del cobre.
Por lo demás, si la prensa fuera, en el mejor de los casos,
una especie de espejo stendhaliano, sería preciso leerla con alguna distancia, para
que el aliento de sus prejuicios no empañara tu lectura, y la imagen que recibieras
del mundo no se distorsionara aún más.
Pero no es el caso, porque, como recordarás, coincidiendo
con el nuevo siglo, la deriva de la prensa hacia la propaganda, de la
información a la opinión cada vez más sesgada, de la seriedad al
sensacionalismo, ha privado a la prensa escrita de su interés. Es una especie
de triunfo póstumo del método burdo de Goebbels,
de imponer por la repetición cualquier mentira, que se reitera ahora, quizá con
algo más de sutileza.
No sé cuándo advertiste –debió ser pronto– que los
periodistas siempre empiezan las cosas por los pies, que ellos llaman
“titulares”. El caso típico son esas noticias que anuncian la muerte de alguien
que no sabías siquiera que existía. Pero hoy los titulares son los pies y la
cabeza de artículos vacíos de contenido, o cuyo contenido apenas coincide con
lo enunciado en su cabecera.
Luego están los silencios clamorosos, los que dan por
inexistentes asuntos embarazosos o personas odiadas. Para obviar el clamor de
los silencios, la prensa más reciente multiplica los gritos, pero utiliza el
método del cuco, esto es, enfoca la atención a un lugar distinto del que quiere
que pase desapercibido.
Contra el silencio nada se puede, pero aprendiste a leer
entre líneas, a entresacar verdades de
comunicados y editoriales sembrados de
mentiras o falacias, a descifrar las claves de una información llena de
circunloquios y eufemismos. Contra la algarabía vocinglera de la prensa
escandalosa, ya lo habrás comprobado, sólo cabe dejar el periódico.
En fin, ya habrás caído en la cuenta, a estas alturas, que
la prensa no pasa de ser un género de ficción, menos imaginativo que otros, más
dependiente de lo que llamamos “realidad”, pero sometido también a la voluntad
de sus autores, que no siempre son los que firman o redactan sus “noticias”, que
omiten lo que quieren y resaltan lo que les interesa. Y que debes leerla con la
misma actitud crítica con que juzgas cualquier novela.
26/4/17
Instrucciones para quitarse
un sapo de la cabeza
De las cosas absurdas que pueden pasarte en la vida, que te
salga un sapo en la cabeza es de las peores. Hay gente a la que les sale un
árbol, o una estrella. Incluso hay a quién amanece con un enano sentado en su
coronilla. Pero nada como levantarse una mañana con un sapo en la cabeza. Los
que nunca hayan sufrido esta situación les costará creer que pueda darse, más
llegar tan siquiera a imaginar lo que supone vivir con un anfibio barrigón y
viscoso en la cabeza. Oyendo noche y día su croar cavernoso. Soportando sus
guantazos palmípedos cada dos por tres. A esos les diría que no sigan leyendo
este breve manual de superviviencia. Pues eso es lo que este escrito es.
A los que lo sufren, porque raro es que alguien lo haya dejado
de sufrir. Una vez aparece el sapo en lo alto de tu cocorota es muy difícil que
se vaya. Resulta prácticamente imposible deshacerse de él. Desengáñate, ni
insecticidas ni medios mecánicos sirven. Hay quién se acostumbra. Se hace a
vivir con el bicho ahí arriba. A sentir la presión de su barriga que se hincha
y se deshincha. Al fétido olor a ciénaga que emana de su piel membranosa. No
tengo problemas con los mosquitos, ya no me molestan las moscas, dicen
resignados. Pero a lo que nunca se acostumbra uno es a las miradas de asco. A
los ojos furtivos que miran a lo alto de tu cabeza.
Con el tiempo se amolda uno a doblar las rodillas al atravesar las puertas.
Se acomoda a conducir encorvado hacia delante. A comer vigilante para evitar
que de repente una lengua viscosa aparezca de la nada y te robe la comida.
Asume que si vas al teatro o al cine, tendrás que sentarte en la
última fila. Ves haciéndote a la idea, tienes que convertirte en un noctámbulo.
El batracio es animal de noche y no va a cambiar por mucho que se lo pidas.
Punto y aparte merece tu vida sexual. No obviaremos como se
ve reducida a un onanismo rabioso y culpable. Al fin y al cabo ¿quién quiere acostarse con
un tipo con un sapo en la cabeza? ¿quién quiere echar un polvo al ritmo de sus
croares? ¿a quién se le puede poner tiesa observado por esos ojos saltones?
Peor aún es cuando llega el momento del apareo. Uno espera
que el anfibio salga corriendo presa de sus más salvajes instintos. Pero ni por
esas. Sin saber cómo ni porqué te encuentras orillado a una charca o acequia,
sentado en una piedra mientras el bicho convierte tu cabeza en un lupanar.
Pues bien, todo eso tiene solución. Sí. Lo que hay que hacer
es bien sencillo. Basta con situarse delante de un espejo y preguntarle al sapo
¿Qué coño hace un hombre pegado a tus pelotas?
25/4/17
INSTRUCCIONES PARA QUE NO SE TE NOTE LA PLUMA
Evita
los juegos de palabras, la ambigüedad, los giros, el lenguaje poético, ese
adjetivo certero, las personificaciones, la hipérbole, los eufemismos, los
cultismos, las metáforas… Limítate a emplear un lenguaje objetivo, aséptico, carente
de emoción, que no revele tu condición.
Tus obras de cabecera deben ser balances económicos, sentencias, tesis científicas, folletos publicitarios o prospectos médicos. Aléjate de las obras maestras de la literatura. Nada de
Proust, Kafka o Valle Inclán. Despoja de tu vocabulario las frases cargadas de belleza, poesía y
creatividad. Limítate a comunicar sin florituras. Aspira a la sencillez
comunicativa de una señal de tráfico.
¡Ah!
Es importante que trabajes tu mirada. Debes ver el mundo tal y como lo ven los
demás. Si en cualquier momento vislumbras otra realidad, paladea esa visión; pero
no la expreses en público. ¡Te delataría!
De vez en cuando, por higiene mental, concédete un capricho y refúgiate en la soledad de tu cuarto para convertir en letras todas esas historias que estás rumiando durante tanto tiempo. Guarda los escritos bajo llave para que nadie descubra tu debilidad. La sociedad no entiende a un loco que se aisla del mundo para escribir.
De vez en cuando, por higiene mental, concédete un capricho y refúgiate en la soledad de tu cuarto para convertir en letras todas esas historias que estás rumiando durante tanto tiempo. Guarda los escritos bajo llave para que nadie descubra tu debilidad. La sociedad no entiende a un loco que se aisla del mundo para escribir.
Sé
que se trata de una misión difícil. Sé que fracasarás. Llegará un día en el que alguien leerá uno de tus textos más humildes – ya sea un whatsapp, un post-it, un e-mail, la
lista de la compra, el curriculum, una reclamación de tráfico, la respuesta a
una notificación judicial...- y te formulará la maldita pregunta: ¿Tú eres escritor?
¿no?
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