¡Bienhallados cuantos moran los espacios de tan hermoso y
grácil navío!
Me presento, mi nombre es Pablo María Escrig Martínez
Giménez Luengo Rosalén Iborra Plantado Talabera. Estese tranquilo, pues no he
venido aquí [como otros tantos falsarios llamarán a su puerta] para presumir
del nombre y títulos de mi casa. En
efecto, me he parado aquí para ofrecerle mis servicios y con ello la
oportunidad de su vida.
¿Cuántas veces no se habrá parado usted frente a los
ventanales de su camarote mirando el mar en lontananza con el gesto abatido y
el alma en pena? ¿Y en cuántas de aquellas ocasiones no se habrá usted
arrepentido de no tener a mano a un diestro escribano para relatar los anales
de su historia? Puedo asegurar que entonces las más penosas aprehensiones calarían
en su alma como ponzoñoso hechizo, caería en las más abismales ensoñaciones y
cual naufrago, ahogado en su extrema soledad, lo hubiese dado todo por perdido,
y con ello su vida, ofreciéndola como alimento a las fantásticas bestias que
pueblan el fondo marino.
Es por esto que desde el día de hoy pienso comprometer mi
persona y mis escasas habilidades a aliviar los pesares que restan de vuestras
noches el sueño, y con ellos no buscar mayor recompensa a mis esfuerzos que la
de encomendar mi vida y mis desvelos a los vuestros.
Que Dios os guarde y que los vientos del sur hinchen
vuestras velas y las conduzcan hasta dichas inimaginables y dones infinitos.
¡Salve!
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